Cefalonia es la mayor de las islas Jónicas, una de las más visitadas y sin duda la que ofrece más (y mejores) oportunidades para el navegante, ya que cuenta con dos puertos, dos marinas y algunos buenos fondeaderos.
Conocida por las (nuestras) crónicas principalmente por la famosa masacre que tuvo lugar allí en 1943 y que costó la vida a cinco mil compatriotas nuestros, Cefalonia fue también escenario de otro trágico suceso en tiempos recientes, a saber, el terremoto que devastó parcialmente la isla y sus asentamientos en 1953, y del que aún pueden verse amplias huellas.
Pero Cefalonia no es sólo esto. Isla rica en historia, antaño dominio de Ulises -quien, según algunos, tuvo aquí su capital y no en la cercana Ítaca-, se caracteriza por la presencia de relieves montañosos, algunos de ellos importantes (el monte Eno se eleva hasta los 1.620 metros sobre el nivel del mar), extensos bosques con especies de pino, incluidas las autóctonas, y frondosos cultivos de vid y aceite cuyos productos se exportan a todo el mundo. Habiendo sido durante mucho tiempo dominio de los venecianos, aún conserva su recuerdo, con casas construidas a su estilo y un hermoso castillo que puede visitarse en Assos.
No faltan playas espectaculares, la más popular de las cuales está en la costa noroeste, la playa de Myrtos. En cuanto al turismo, también hay varias cuevas preciosas y, en particular, el fascinante lago Melissani (también conocido como la “cueva de las ninfas”), un lago subterráneo alojado en una cueva formada en su mitad por agua dulce y que se puede visitar en barcos turísticos.
En la costa oeste está Assos, un pintoresco pueblo de pescadores situado en un estrecho istmo de tierra. Aparte de que no ofrece buen abrigo y no es un lugar ideal para pernoctar, merece la pena verlo por la belleza del lugar, el agua turquesa y las calas con playas de arena blanca de las inmediaciones.
Concluimos nuestra ronda turística con Fiskardo, un pueblo situado en el extremo norte de la isla e intacto tras el terremoto del 53. Es el único que ha quedado intacto y merece la pena visitarlo para apreciar su arquitectura, sus casas venecianas de colores pastel, sus hermosas tabernas frente al mar y, por qué no, el paseo entre los pinos que lleva al faro veneciano situado sobre el pueblo.
Argostoli, la capital de la boscosa isla de Cefalonia, está situada en la costa oeste, en una bahía estrecha y de forma extraña. Para el navegante en busca de algunas atracciones turísticas, la ciudad ofrece algunos museos interesantes, incluido uno sobre la masacre de soldados italianos a manos de los nazis que tuvo lugar en la isla en 1943. No lejos de la ciudad, hay también una insólita rueda hidráulica… procedente del mar, que en su día hizo funcionar un molino cercano; toda la isla de Cefalonia está surcada por canales subterráneos que conectan las distintas cuevas y hacen fluir el agua bajo su superficie.
Llegar a Argostoli no es tan fácil como parece: el puerto y el pueblo están dentro de un estrecho y pintoresco golfo, en cuya desembocadura afloran rocas y bancos de arena; gira al menos 200 metros desde la costa, prestando atención.
Una vez en el golfo, se abren dos posibilidades: el puerto público en el lado oeste, cerca del pueblo, y el puerto deportivo incompleto en el lado opuesto, al este, con su conjunto de barcos abandonados. El puerto deportivo ofrece un refugio excelente, mejor que el puerto, y mayor profundidad (3,5-4 metros frente a los 2 metros de media del puerto), pero carece de servicios y está al menos a 15 minutos a pie del pueblo.
No es que abunden los servicios en el puerto público, por desgracia: dos puntos de agua, posibilidad de repostar, previa petición, en una estación de servicio que hace entregas en el puerto. Eso es todo. En el pueblo, sin embargo, hay algunas tiendas de accesorios náuticos bien surtidas.
Argostoli tiene a su favor el hecho de que ofrece un excelente abrigo contra casi todos los vientos, y ésta es la razón principal por la que se elige este puerto.