Mandraki es el puerto principal de Rodas, la capital de la isla del mismo nombre en el Dodecaneso, a tiro de piedra de Turquía, histórico dominio italiano en la primera mitad del siglo XX. Rodas es una ciudad llena de atractivos, impregnada de historia y llena de energía: por eso lleva años en la cresta de la ola en cuanto a flujos turísticos, y por eso mismo su puerto está casi siempre irremediablemente abarrotado.
Desde el verano de 2015 existe una alternativa, el Marinas Rodas, un superpuerto deportivo diseñado pensando en los yates y megayates, situado al sureste del proto comercial de la ciudad, no lejos de Mandraki; hay que decir que en su contra tiene la ubicación (está a 2,5 km del centro de la ciudad) y unos precios que no son precisamente baratos.
Así pues, Mandraki sigue siendo la elección preferida de la mayoría de los navegantes que desean hacer escala en Rodas. Pero cuidado, como dice el refrán, prevenido vale por dos: en temporada alta y muy alta Mandraki está al borde de lo inaccesible, así que olvídate de encontrar sitio el viernes, día en que las empresas de alquiler cambian de turno, y ármate de santa paciencia y espíritu de aventura para los demás días de la semana.
Es imprescindible llegar antes de las 10 de la mañana si quieres tener alguna esperanza de encontrar un amarre.
Olvídate de atracar en los amarres de las empresas de alquiler, aunque sólo sea por unas horas, te echarán de mala manera; luego ten cuidado con las numerosas cadenas y anclas que “decoran” el fondo de todo el puerto. Última advertencia: entrar en Mandraki no es problemático, pero ten cuidado con las rocas que afloran cerca de la costa, justo al norte del puerto, y navega con precaución con vientos del sur, que crean una insidiosa corriente en la bocana del puerto.
En cuanto al abrigo que ofrece, Mandraki no está mal, ofrece buen abrigo de todos los vientos, sólo los del sur provocan algunas corrientes molestas; esto en condiciones normales o medias, si hay viento fuerte, venga del cuadrante que venga, en Mandraki hay algo de baile.
Una vez dentro, pasando junto a las columnas con estatuas de bronce y dejando a la izquierda el largo rompeolas con tres antiguos molinos de viento (y uno no puede evitar pensar que una vez a la entrada de los puertos se alzaba nada menos que el Coloso de Rodas…), no hay muchas opciones.
Puedes amarrar a lo largo del rompeolas, incluido el brazo corto que forma la entrada, o buscar sitio en el muelle frente a la ciudad (¡muy, muy difícil!).
De hecho, existe un “truco”: para esperar conseguir un puerto, puedes ponerte en contacto con una de las empresas privadas que reservan amarres para los navegantes en tránsito, normalmente gratis o por unos pocos euros.
La Agencia Navigo es una de ellas, y ofrece este servicio a precios que deberían ser modestos: +30 69792 86667.
No está de más intentarlo.
Ten mucho cuidado, como ya se ha dicho, al amarrar debido a las numerosas anclas y cabos de amarre presentes.
El fondo es bueno. También hay quien amarra fuera del rompeolas, tirando de cuerdas hasta la orilla; sólo debe hacerse en condiciones meteorológicas muy favorables.
Las instalaciones del puerto de Mandraki son realmente básicas. Las instalaciones sanitarias no son más que un contenedor y, por supuesto, puedes imaginar las condiciones durante el fin de semana. En el muelle hay agua y electricidad, y también existe la posibilidad de repostar en el muelle de la ciudad. También hay que decir que Rodas está ahí mismo, a tiro de piedra, y en Rodas puedes encontrar de todo: excelentes tiendas de accesorios náuticos, servicios de reparación, supermercados que te llevan la compra al muelle, cafeterías y restaurantes y varias cosas más.
Las conexiones con la ciudad son excelentes, tanto a pie como en autobús. Y merece la pena descubrir Rodas: la acrópolis que se eleva sobre la ciudad -no queda mucho, pero es fascinante-, la antigua ciudad medieval construida por los Caballeros, patrimonio de la Unesco, el morro arqueológico, e incluso el acuario de la ciudad nueva. En resumen, hay mucho que ver, y dadas las molestias de encontrar un puerto, realmente merece la pena.