A medio camino entre Rodas y Nisyros se encuentra Tilos, en italiano Piscopi, una pequeña isla que también forma parte del Dodecaneso y conocida por las crónicas por haber cambiado también varias veces de “mano”, incluso por una dominación italiana a principios del siglo pasado.

Antaño una isla habitada y floreciente, tras la Segunda Guerra Mundial (durante la cual los alemanes diezmaron toda la cabaña ganadera de la isla) vio disminuir su población a casi una quinta parte de lo que era, y hoy cuenta con poco más de 300 habitantes repartidos entre los dos únicos asentamientos de la isla.

En cuanto a sus orígenes, la historia cuenta muchas versiones, la más acreditada de las cuales la ve antaño unida a Asia Menor y poblada nada menos que por elefantes. Cuando la pequeña isla se separó y quedó a la deriva hace unos 10.000 años, la evolución hizo que los elefantes disminuyeran de tamaño, y aún quedan restos óseos de esta “nueva” especie de pequeños elefantes, que ahora se conservan en el museo de la capital Megalo Chorio.

Sin embargo, su historia es muy agitada, y la arquitectura lleva las huellas de ello; Piscopi ha sido dominada por bizantinos, romanos, otomanos, caballeros de la Orden de San Juan, italianos y alemanes. Sólo desde 1948 está reunificada con Grecia. En siglos pasados también fue presa frecuente de piratas, por lo que sus habitantes apenas practicaron la pesca, prefiriendo refugiarse tierra adentro y dedicarse a la agricultura y la ganadería.

Piscopi es hoy una pequeña joya enclavada en un hermoso mar; no es un lugar turístico, no esperes grandes instalaciones, elígelo en cambio si quieres entregarte a un poco de relax en un entorno virgen o casi virgen. Llegar a Piscopi no es ningún problema; una vez cerca de la isla, puedes dirigirte al puerto de Livadia, situado en una amplia bahía en la parte sureste de la isla.

Como el meltemi suele soplar con fuerza en estas zonas, la única precaución al acercarse a Livadia es tener cuidado con las corrientes en caso de vientos fuertes al entrar en los puertos. El pequeño puerto sólo está resguardado por un muelle que se extiende en dirección norte-sur, pero ofrece un excelente abrigo contra todos los vientos, especialmente los del norte, aunque con vientos fuertes del sureste llega a entrar una pequeña corriente. Otra corriente la generan los transbordadores y barcos turísticos que llegan a la isla y atracan en el gran embarcadero.

Dentro del puerto, hay amarres para barcos en tránsito (15 en número) en el muelle del pueblo. Hay cabos de amarre y anclas en un excelente fondo de arena y roca. El único inconveniente es la profundidad, menos de 3 metros en el muelle, pero en algunas zonas roza el metro; la otra posibilidad de amarre está dentro del muelle, pero depende de si hay o no transbordadores en marcha, sólo lo sabrás cuando llegues a los puertos. La profundidad es de 6-7 metros.

En cuanto a los servicios, hay columnas de agua y electricidad en el muelle, no hay posibilidad de repostar pero hay una estación de servicio no muy lejos. El puerto está vigilado por vídeo y uno puede sentirse seguro dejando el barco para dar un paseo. En el pueblo no faltan tabernas, bares y pequeños supermercados.

El puerto está muy concurrido en verano, sobre todo en julio y agosto. Si no encuentras sitio, puedes echar el ancla en la gran bahía; ten cuidado, sin embargo, de que con vientos moderados o fuertes el amarre corre peligro.

Otras alternativas en Piscopi son la bahía de Eristos, en la parte noroccidental de la costa sur, y la bahía de Agios Antonios, en el extremo noroccidental: la primera está resguardada del norte y el fondo arenoso aguanta bien, mientras que la segunda está completamente expuesta al norte