Los puertos del Peloponeso meridional comparten la característica común de estar demasiado a menudo infradimensionados para el tráfico estacional que deben soportar. El puerto público de Spetses, una pintoresca isla situada justo enfrente de Porto Heli, no es una excepción. Sin duda merece la pena visitar la isla, pero te aconsejamos encarecidamente que evites la temporada alta.

Primero dominio veneciano, luego albanés y después otomano, la isla de Spetses adquirió fama a lo largo de los siglos por los constructores de barcos de guerra que residían en ella. La flota de la isla también desempeñó un papel clave durante la guerra de independencia del Imperio Otomano. Los antiguos astilleros han sido renovados a lo largo de los años, y uno de ellos alberga ahora un museo.

Por lo demás, la pequeña isla está cubierta de pinos y bastante deshabitada, a excepción de la pequeña ciudad del sureste; no hay carreteras para carruajes, ¡en Spetses todavía se circula en carruajes tirados por caballos!

El único puerto de la isla está situado justo al pie de la pequeña ciudad. Está construido en una singular ensenada natural, muy profunda y por ello también muy resguardada. Pero también… muy pequeño: imposible encontrar sitio los fines de semana en verano, improbable incluso entre semana durante la temporada alta. Spetses es también el destino de muchos barcos que transportan turistas desde Atenas y otros centros, por lo que no hay que subestimar el tráfico dentro del pequeño puerto.

Llegar a Spetses, en cambio, no presenta problemas particulares. Para los que llegan desde el este, sólo hay que tener cuidado con algunas rocas aflorantes que no siempre están señalizadas cerca del cabo Emilianos; mantente a una distancia prudencial de la costa.

Una vez en Spetses, hay que entrar en la bahía que alberga el antiguo puerto. En la parte exterior, más ancha, hay pocas posibilidades de amarre para los navegantes: puedes optar por el corto muelle que hay justo dentro, a la derecha, o echar el ancla a 4-5 metros de la orilla y tirar de un cabo de amarre hasta la orilla; de hecho, ambas orillas son muy rocosas y ofrecen algunos buenos asideros (sin embargo, hay que elegirlos con cuidado).

La parte más interior del puerto es el puerto propiamente dicho, el antiguo, que ofrece un muelle no precisamente corto, pero siempre tan abarrotado que es muy difícil encontrar un sitio libre. En cualquier caso, ten cuidado con el fondo marino: encontrarás de todo… anclas, cadenas, incluso algunos pequeños pecios. Así que ten cuidado al echar el ancla.

Ten cuidado incluso si llegas para pasar el fin de semana: puedes correr el riesgo real de encontrarte el camino bloqueado por los navegantes que llegan de Atenas para pasar el fin de semana, viéndote obligado a permanecer en los puertos hasta el domingo por la noche o el lunes por la mañana.

Para una parada rápida de unas horas, puedes dejar tu barco -pidiendo permiso- amarrado cerca de la gasolinera; sin embargo, si te quedas a pasar la noche, tendrás que pagar 25 euros. Pide siempre información al personal de los puertos.

Los servicios presentes son muy básicos: agua y combustible en el muelle. No hay columnas de electricidad. Sin embargo, hay excelentes servicios de reparación de embarcaciones de madera y una tienda náutica bien surtida. No faltan tiendas, papeleras y, por supuesto, bares, restaurantes y tabernas.

Dado que, como se ha dicho, es difícil encontrar puertos con buen tiempo, te sugerimos una alternativa: la hermosa y amplia bahía de Zoyoryia, en el extremo opuesto (noroeste) de la isla. También bastante concurrida en verano, pero más factible. Fondo de arena y algas, buen agarre, profundidad de 5 a 8 metros. También hay un excelente restaurante griego en la bahía (cerrado de octubre a mayo).