El puerto de Livorno es uno de los principales puertos de la Toscana y, al mismo tiempo, tiene una considerable importancia histórica y geográfica en el Mediterráneo peninsular. Esta primacía se debe tanto al tráfico de pasajeros turísticos como al de mercancías, que se ha estimado en una media de casi 28 millones de toneladas al año.
Con siglos de historia, el puerto de Livorno puede considerarse nacido en la versión que conocemos hoy, a partir del siglo XVI, bajo el gobierno del gran duque Fernando I de Médicis. Bajo el mandato de esta gran familia, el puerto experimentó importantes renovaciones.
El urbanismo y la creación de la dársena fueron algunas de las revoluciones que se produjeron en el desarrollo del puerto. Así fue como, de simple punto de paso y descanso, el puerto se convirtió también en punto de atraque de buques de carga e incluso de embarcaciones menores.
Pero a lo largo de los años, el puerto ha sufrido múltiples transformaciones y renovaciones. De hecho, ya en la década de 1930 había planes para ampliar los puertos con instalaciones de talleres navales y compartimentos dedicados al diseño industrial de orientación marítima.
Obviamente, los considerables esfuerzos económicos fueron un obstáculo durante años, pero gracias a los incentivos promovidos por la legislación nacional, las obras cobraron vida. Sin embargo, hasta la década de 1960, la estructura portuaria no vio finalizadas estas obras, ya que los bombardeos de la II Guerra Mundial interrumpieron la modernización durante casi quince años.
En los años sesenta, por tanto, el puerto de Livorno fue protagonista de nuevas revoluciones, entre ellas el ensanchamiento del fondo marino, que en sólo dos lugares apenas alcanzaba los 12 metros. De ahí la creación de nuevos muelles, atracaderos y la excavación de profundidades de hasta 15 metros.
Además, se creó un dique seco con una estructura de 350 metros de largo y 56 metros de ancho. Hoy, el puerto de Livorno tiene capacidad para manipular todo tipo de mercancías. Maneja, bajo contrato, miles de contenedores procedentes y con destino a todo el mundo.
Además de cruceros y buques de tamaño titánico, proporciona atraque a gaseros y buques de doble casco. El tráfico de los puertos se estima en casi 510 escalas de cruceros al año para más de 700.000 pasajeros en tránsito. Esto es gracias a sus instalaciones, que hacen del puerto uno de los más funcionales e importantes del Mediterráneo, con 2 km de muelles y 400.000 metros cuadrados de astilleros.
Este último es el resultado de las obras de reestructuración llevadas a cabo en 1995. Así pues, el puerto de Livorno sigue siendo, desde su fundación hace más de 500 años, hasta nuestros días, una de las instalaciones portuarias más importantes del Mediterráneo y el buque insignia italiano de la industria naval.